Tom Andersen y Adela García |
Recientemente he descubierto uno de los, muchos, proyectos desarrollado por el Taos Institute (en este caso en colaboración con Re-Authoring Teaching), "Honoring Our Legacy". En el mismo, entre otros, está accesible un vídeo del psiquiatra noruego Tom Andersen (en la fotografía con mi gran amiga, la psicóloga y directora de la Fundación Centro de Estudios Sistémicos, FundaCES, de Buenos Aires, Argentina). Recomiendo la lectura de esta breve reseña escrita por la propia Adela y el terapeuta Lino Guevara, "Recordando a Tom Andersen".
Tom es, en mi opinión, un auténtico puente entre la Terapia Sistémica y las Prácticas Colaborativas y Dialógicas. Un poco por eso, en el libro no podía faltar, aunque fuera breve, un apartado al respecto. Me permito copiar algunas líneas (pág. 325).
"Andersen queda gratamente sorprendido por la forma, no
la técnica en sí, en que trabajan los italianos de Milán. Destaca que “No sólo
nos impresionó su delicadeza, sino que también adquirimos mayor conciencia de
la importancia de prestar mucha atención a las preguntas que se formulaban”
(1991, p. 32).
Pero hay algo que no acaba de convencerle. No le parece
del todo bien que se hable de los consultantes en ausencia de ellos, a sus
espaldas. Cree que todas las personas deben de participar siempre en todas las
conversaciones, y además, sienta las bases del no-conocer de Harlene Anderson y Harry Goolishian. Y reivindica el
derecho de las personas a decir que no, “… organizar nuestro trabajo de tal
forma que aquellos que vienen a hablar con nosotros tengan permanentemente la
oportunidad de decir no a la forma o al contenido o al contexto de la
conversación, o a los tres elementos a la vez” (Andersen, op. cit. p. 51).
Si vas al contexto de esta cita verás que lo es en
cuanto a la posibilidad de que la forma de hacer del psicoterapeuta -del
trabajador social, del docente,…- pueda amenazar la integridad de la persona. Lo
asumo aquí plenamente en ese sentido; pero también en uno más amplio que un
poco más tarde retoma Harlene Anderson. Quien consulta puede decir que no, que
sí, o absolutamente lo que quiera. No hay nada prohibido. Se habla de lo que la
persona o personas quieren hablar, pidiendo únicamente -en caso de terapias
familiares o en grupo- mantener unas mínimas normas de respeto personal. Se
siguen los hilos de conversación que las personas proponen, con un talante
activo, por supuesto, por parte de quien(es) es(son) consultado(s).
A este último respecto Andersen aconseja que "... la mejor manera en que podemos ayudar es haciendo especialmente preguntas que aquellos con los que hablamos a menudo no se hacen a sí mismos, y que pueden responderse de muchas maneras, lo que a su vez crea nuevas preguntas" (Andersen, op. cit., p. 54). Como puedes imaginar, esta forma de hacer me resulta de mucho gusto.
Efectivamente, sea en el campo que sea, nuestra función
no es dar respuestas, sino generar nuevas preguntas que abran nuevas y muchas
veces insospechadas posibilidades, incluyendo también nuevas preguntas. Y así,
en un proceso complejo y a veces largo es como, siguiendo a Andersen y también
a Anderson, los problemas parecen ir disolviéndose en las conversaciones".
¡Saludos!!!
Josep
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